jueves, 23 de marzo de 2017

Me casé con Pericles. Se dedicaba a la política y también era orador ateniense. Su padre es  Jantipo,  un general mercenario griego. Artífice de la victoria helena sobre los persas en la batalla de Micala (479 a.C.), y de Agaristé, sobrina del prestigioso legislador ateniense Clístenes y era miembro de la familia aristocrática de los alcmeónidas. Además Pericles fue discípulo de los filósofos Anaxágoras de Clazómenes, Protágoras de Abdera y Zenón de Elea.





Sintiendo curiosidad por mi. Pericles, decide un día visitarme, y parece ser que el flechazo fue inmediato. Cayó perdidamente enamorado de mi, es normal.  Me doblaba la edad y en ese momento estaba casado con Hipónice, con la que tenía dos hijos.
Decide pues, divorciarse para vivir su amor conmigo.
Ésto, generó un escándalo entre los atenienses, porque se da la circunstancia, que poco tiempo antes, ante la preocupación de los aristócratas de la cantidad de matrimonios entre hombres de su condición, y mujeres de condición más baja, después de varias peticiones, Pericles decide prohibir los matrimonios que no fuesen entre iguales en clase social.
Divorciarse de su mujer y casarse conmigo, sería incumplir su propia ley; así que no nos casamos, pero igualmente se fue a vivir conmigo.
Llegamos a tener incluso un hijo, Pericles, llamado el joven, para diferenciarlo de su padre. Gustabamos de celebrar fiestas consideradas las mejores de Atenas.
Pero muchos son los que decían que al amor cegaba a Pericles, y que gobernaba Grecia a mi antojo, pero a través de él, era la única forma de expresar mis pensamientos políticos; es por esto, que ambos nos vimos implicados en intrigas políticas y en decisiones de estado en las que ambos fuimos criticados.


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