viernes, 19 de mayo de 2017


Me hice famosa por varias cosas, a parte de por ser la mujer de Pericles,  destaqué como científica y médica. A pesar de que mis obras han desaparecido, otros ciendíficos como Aetius, médico personal del emperador bizantino Justiniano I, escribió una enciclopedia médica a partir de los conocimientos legados por mi.

La obstetricia, la ginecología y la cirugía fueron mis ámbitos de acción e investigación. Fui capaz de detectar y prevenir embarazos de riesgo y desarrollé remedios naturales para el post-parto.
En aquel entonces la ciudad de Atenas era un importante polo de atracción de artistas, políticos, filósofos, etc, por lo queme trasladé a vivir allí. Poniendo un ejemplo actual, Atenas era como son hoy Nueva York o París, centros de poder y cultura que atraen a todos aquellos que desean destacar en la vida.
Me convertí rápidamente en una celebridad gracias a mi belleza, talento e ingenio, frecuentando los mejores círculos de la ciudad. Entre  mis amistades figuraban personajes de la talla de Sócrates, Fidias, Alcibíades, Jenofonte y por supuesto Pericles.

A pesar de las muchas críticas que recibí, lo cierto es que pensadores coetáneos y escritores posteriores no dudaron en alabarme. Sócrates me pedía consejo y  me enviaba a sus propios alumnos al considerarme como una maestra excelente en filosofía y retórica. 
 Después de todo, Sócrates me visitaba algunas veces, trayendo consigo a sus discípulos y sus amigos más íntimos traían también a sus esposas para que me escucharan, y ello a pesar de que yo dirigía un establecimiento ni respetable ni ordenado y educaba a un grupo de muchachas para cortesanas.